DE LA PSU A LA PRUEBA DE TRANSICIÓN

¿Por qué cambiar la PSU a prueba de transición?

El año 2020 no sólo fue complicado por las razones de salud pública que todos conocemos, la pandemia obligó a un esfuerzo pedagógico mayor por parte de todos los educadores para poder mantener la motivación, la explicación adecuada de contenidos y las correspondientes evaluaciones según las directrices entregadas por el MINEDUC. Sin embargo, en lo que pudimos observar, una gran parte de los colegios no alcanzó a cubrir los contenidos mínimos exigidos por el Ministerio. Lo cual incide directamente en la falta de base que los alumnos de educación media tendrán, particularmente aquellos que llegan a cuarto medio y que deben enfrentar, además, el desafío de rendir su prueba para el ingreso a la educación superior.

Desde el punto de vista estratégico es esencial que todos los alumnos de cuarto medio tengan la capacidad de aumentar o al menos mantener su NEM. Ya que esa nota promedio, que constituye en la mayoría de los casos el 50% de su ponderación para ingresar a la Universidad, es irreversible y se da por única vez. Por otra parte, debemos recordar que cada año cerca de 300.000 alumnos se inscriben para rendir su prueba de ingreso a la Universidad y una parte de ellos se preparan a conciencia ya que sólo algunos podrán postular con éxito a las diversas carreras impartidas.

El año 2020 en base a criterios no técnicos ni pedagógicos, sino más bien por la necesidad de bajar el ánimo insurreccional con que algunos alumnos solicitaban el término de la PSU, el CRUCH junto al DEMRE decidieron cambiar el nombre y realizar, una vez más, diversas modificaciones a la prueba de selección.

Con la idea de disminuir las exigencias académicas, terminó entregando un instrumento poco apto para una selección de calidad, con temarios reducidos pero que, por esa misma reducción, obligó a diseñar una prueba con preguntas que sorprendieron ingratamente a la mayoría de los alumnos que no habían podido tener una buena preparación preuniversitaria durante su año académico. Es decir, se terminó perjudicando, como es habitual, a aquellos que no habían recibido desde sus respectivos colegios una educación de calidad ni habían tenido los recursos para sostener programas de preparación preuniversitaria.

Estos últimos años han sido diversas e interminables las modificaciones que ha sufrido la PSU original, la tendencia ha sido a reducir las exigencias mediante una serie de cambios, tanto a la metodología como a los contenidos. No obstante,  el objetivo final que se ha perseguido, que ha sido el de siempre, disminuir la brecha de puntajes entre los colegios particulares y los colegios fiscales, no se ha conseguido. No solo eso, sino que hoy los colegios fiscales que antes sobresalían por su excelencia han caído sustancialmente en el ranking de puntajes.

Lo malo de pasar a Prueba de PSU a prueba de transición

Los cambios incesantes al instrumento de selección para educación superior, sean políticos o con supuesta justificación técnica, sólo perjudican a la mayoría de los alumnos, quiénes no tienen acceso a programas actualizados de preuniversitario y quiénes, además, en sus respectivos colegios muchas veces no alcanzan a pasar los contenidos mínimos que forman parte del temario de la prueba. No importa la naturaleza de los cambios realizados al termómetro, el instrumento que sea, sólo seguirá registrando un hecho objetivo y muy claro desde hace décadas; es el medidor de la pésima calidad de educación que los estudiantes chilenos están recibiendo. Y la clave no está en nivelar hacia abajo para que la mediocridad se note menos sino en mejorar la formación pedagógica de los profesores y la debida estimulación intelectual de los alumnos.

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